viernes, 25 de enero de 2008

HAY EQUIPO


Peñarol pasó una dura prueba de suficiencia para llegar al Final Four de la Liga de las Américas. Alguno podrá soslayar el poderío del básquetbol uruguayo, pero lo cierto es que quien vio toda la serie frente a Defensor Sporting de Montevideo sabe que el equipo marplatense enfrentó a un buen equipo.
Bien trabajado, prolijo, disciplinado tácticamente, con buenos jugadores, internos altos y una individualidad muy determinante, David Jackson.
No fue un lecho de rosas el camino "milrrayitas" hacia el Final Four. No fue fácil ni siquiera el partido del último martes, resuelto finalmente por una diferencia superior a los veinte puntos. Pero los quiebres, como Lucas Picarelli admitió esa misma noche tras el partido, "suelen ser accidentales". Y cuando eso sucedió, el entrenador Gerardo Jauri decidió cuidar a sus soldados más confiables para la batalla final.
Eso fue el partido del miércoles. Una batalla. Un duelo tenso, físico, bien defensivo. En el que tomar un buen lanzamiento fue casi de Misión Imposible. Esa tarde Defensor Sporting obligó a Peñarol a dar un examen que tal vez no tenía en los planes. Ni siquiera en la noche de su debut, en Comodoro Rivadavia, Quincy Wadley estuvo por debajo de los 15 puntos.
Le faltó, en una instancia decisiva, un caudal de puntos importante que parecían garantizados. Peñarol tuvo que luchar para suplirlos. Y, contra lo que podía esperarse, esos caminos alternativos no pasaron por Román González, gravitante en el primer tiempo pero absorbido por completo en el segundo. Tampoco por Jason Osborne, extrañamente apagado.
La prueba de que el equipo está solido fue el segundo tiempo del último juego ante los uruguayos. Entre los tres citados jugadores sólo arrimaron tres puntos. Pero la respuesta colectiva fue lo suficientemente sólida para aguantar ese cimbronazo, que en otro momento de la temporada hubiera salido carísimo.
Esta vez no. Porque en el Polideportivo hay un respaldo defensivo de tal calibre que puede asimilar una noche floja en el otro sector de la cancha. Pero, además, porque a la garra "charrúa" se le respondió con una entrega total, con más Factor H todavía.
Y, fundamentalmente, porque la estructura se apoya menos que antes en las individualidades. Que son importantes y si están en su nivel, mucho mejor. Pero que no garantizan resultados, si no están respaldadas por el colectivo.
Wadley la dejó "chiquitita" en el Cilindro Municipal y Peñarol perdió. Pero tuvo una noche apagada con el aro -igual, no dejó de aportar asistencias, ni balones recuperados- en el partido decisivo en Mar del Plata y sus compañeros pudieron encarrilar la situación con defensa, lucha, coraje, solidaridad y aprovechando las pocas oportunidades de disparos cómodos en el perímetro que aparecieron.
Puede fallar Román, puede fallar Wadley, puede fallar Osborne, pero para Peñarol también juegan Tato Rodríguez, Locatelli, Mata, Diez y Picarelli. Ese fue el mejor sabor que dejó la clasificación a la definición del máximo certamen del continente. Ahora hay equipo.
Por Sebastian Arana(La Capital)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá Peñarol pueda ganar la Liga de las Américas, porque ese significa un triunfo para la Argentina.

Un abrazo, gracias por pasar.

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