martes, 15 de enero de 2008

Una estructura para moldear


“Tenemos seis torneos, uno vamos a agarrar” sostuvo un locuaz Sergio Hernández en la conferencia de presentación, en un colmado gimnasio Américo Gutiérrez. Ya pasaron tres (Copa Argentina, Super 8 y campeonato Sudamericano de Clubes) y nada se ha obtenido.

El fixture le dejó lo mejor para el final: Liga de las Américas, Liga Sudamérica y Torneo Local. Los dirigentes hoy le apuntan todos sus cañones a la novel Liga de las Américas. Esta muy bien, no la tiene nadie, será la verdadera Copa libertadores del básquet dentro de unos años y además, poner el nombre de Peñarol a nivel continental le permitirá sumar sponsors nacionales y sacarlo de Mar del Plata.

Por eso el presidente Domingo Robles y toda la comisión se mueven juntos tras un solo proyecto, conseguir el apoyo gubernamental, que en la provincia de Buenos Aires jamás existió, para conseguir el respaldo en vista a la licitación del cuadrangular final si es que Peñarol tiene la suerte de eliminar a Defensor Sporting de Uruguay en cuartos de final.

Hoy por la mañana el flamante gobernador Daniel Scioli, fogoneado por Carlos Salvador Bilardo, el secretario de deportes de la provincia, prometió su apoyo a Peñarol para licitar el cuadrangular. Ahora esperan que el apoyo se convierta en dinero. Así, la pata dirigencial se mueve y banca la situación, el periodismo se comprometió a ayudar al equipo en una íntima reunión con los dirigentes, la gente es absolutamente incondicional y metió casi 9000 personas en tres jornadas del cuadrangular inicial, brindado una fiesta que se contagió de la tribuna al campo. Solo falta que los jugadores y cuerpo técnico se den la mano para construir la mesa deseada.

Y no es un dato menor que los problemas extradeportivos parecen haberse acallados, para meterse de lleno en el plano deportivo. Por primera vez, y aunque todavía tiene la espada en el cuello por no conseguir título alguno, Sergio Hernández siente un poco de aire fresco para trabajar en la semana más tranquilo.

El técnico de la selección todavía tenía la sonrisa dibujada en su rostro por la clasificación olímpica lograda en Las Vegas cuando agarró un equipo que DEBÍA SALIR CAMPEON DE LA COPA ARGENTINA. Para colmo perdió en la última bola el partido crucial con un bochorno dirigencial, de su público y un equipo que lució completamente anárquico. Desde allí Peñarol fue una auténtica montaña rusa.

Los rumores de cortes y los problemas eran infinitos: que se iba Román González, que Byron Wilson pidió la salida del equipo, que Eric Rodríguez llegó con un contrato firmado en Puerto Rico, que Byron puso de su lado a Scales, que Jasper Johnson es pesado para jugar al lado de Román, que Locatelli (el mejor defensor estaba lesionado), que si lo invitan no aceptaba el Super 8. Cada rumor se multiplicaba por mil. Como frutilla de la novela, el extranjero que debía reemplazar a Johnson era nada menos que Jason Osborne (anticipo de Pick and Roll), signado por hinchas y dirigentes como uno de los máximos responsables del fracaso anterior en las finales con Boca. Un verdadero pandemónium.

Pero la vida da vueltas y de vez en cuando te besa en la boca. Todo comenzó con la victoria del 21 de diciembre ante Quilmes. El clásico es un eterno sanador de heridas, pero no se puede vivir poniendo parches. Al menos ganó el partido y ganó tiempo para laburar. Hasta que llegó la última buena noticia: Quincy Wadley. Le erraron con Eric Rodríguez, le erraron con Cedric Moodie. Alguna vez se les tenía que dar.

Y luego de la actuación de Wadley en la Liga de las Américas, Sergio Hernández se encuentra con algo que no tuvo hasta acá: EL EQUIPO DEFINITIVO. Lo llamó a Jason Osborne para que sea su técnico dentro del campo. Jason sabe de básquet y no le pesa jugar nada, no es mezquino y siempre hace lo que se necesita. Quincy Wadley es su brazo ejecutor, el Pittman que tanto se extraña. Acaso con diferencias sustanciales, Pittman tiene mucho más juego de uno contra uno, Wadley asume las responsabilidades de partido cerrado que Pittman no. Lo cierto es que la dupla foránea le da tranquilidad para plantar bandera en la búsqueda y ponerse a laburar con algo firme.

“Acá cada uno tendrá que entender su rol o se tendrá que ir” dijo un ofuscado Román González, luego de la derrota con Boca en Brasilia por el Campeonato Sudamericano de Clubes. Fueron las últimas declaraciones del pivote con la prensa marplatense ya que luego comenzó el “No doy más notas”. Desde entonces mantiene un silencio stampa, inentendible pero aceptable. De todos modos, la frase de Román es justa y muy precisa. Mientras Peñarol no sabía quien era quien en el equipo, mucho menos se podía descubrir a que podía jugar.

Ahora la historia esta mucho más clara. Han pasado cinco meses del comienzo de la pretemporada en agosto y el equipo asoma recién enero, pero es una muy buena noticia para Peñarol, ya que lo mejor esta por venir y los play off te tienen que encontrar en la curva ascendente y no descendente.

Por primera vez, el técnico tiene una estructura para moldear, donde las piezas del rompecabezas comienzan a encajar. “Vos sos el uno, vos el dos, vos el tres, vos la tiras, vos defendes, vos vas al rebote”. Algo que parece tan simple, en Peñarol no lo era. Como diría el Bambino Veira “la base está”, a partir de aquí se puede moldear y darle el formato definitivo a un equipo con muchos recursos.

Pero fue dicho: nada es eterno. La lesión de Gabriel Mikulas en su equipo belga y la poca cantidad de minutos que juega mantiene en vilo a la dirigencia de Peñarol. Por ahora no cuentan con el dinero para traerlo, pero si finalmente no logra el título de la Ligas de las Américas, podría ir a fondo por el Gabo que desea volverse a la argentina.

¿No era que se habían acabado los rumores?. Si, pero esto es Peñarol.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar

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